miércoles, 30 de septiembre de 2009

Tantas veces Breñas


La flaca de la gorrita cammo y bikini engullido entre las nalgas está en la orilla dándole chupitos de cigarillo a su novio que está metido hasta las rodillas en la playa. Bastante nalgona para ser flaquita, pensó Pedro. Hay veces que las flacas vienen así, Pedrito, Jefté le adivinó la mirada. ¿Fumar en el agua? ¿Será tan bueno? ¿Qué crees?, lo evadió Pedro. Con lo que sales, Pedrito, con lo que sales.


La misma flaca con un tatuaje de carácteres chinos encima de la nalga izquierda. Todas tienen una variación de esos signos, es lo último. Uy, Pedrito, qué bien se ven…ahí encimita del bikini, ¿en la caderita? ¿Abrimos las sillas o qué?, le cortó Pedro. Le siguieron Morrison y Chino. La neverita es mía y hacia ella corrió Jefté.


Pedro se dispuso a desdoblar su silla de playa y cuando lo hizo diez cucarachas enormes salieron nerviosas, con las antenas alertas, del interior. ¡Está cabrón, esto es un asco!, gritó Pedro. ¿Desde hace cuánto no vas a la playa, Pedrito? ¡A matarlas!, Morrison las perseguía y trataba de pisarlas con el talón desnudo. Pedro ni se acercaba, mira, deja eso… ¡Písalas todas, que no quede ni una!, ordenaba con chancleta en mano, desde lejos, haciendo el amague de lanzarla para acabar con uno de esos insectos. El Chino les tiraba arena tratando de sepultarlas.


Jefté, por el contrario, reaccionó a lo de las cucarachas abriendo una cerveza y sentándose sobre la neverita. El sol de la una de la tarde, una cerveza bien helada y el tatuaje chino alejándose de poco a poco: no tenía que inmutarse por unas simples cucarachas. Cualquiera que lo viera diría que sólo perseguía con la vista a esas cimbreantes nalgas que devoraban el bikini. Pero no. Jefté se preguntaba si todo lo que hoy celebraban –delatar, informar, en fin, hacer lo que hicieron– daría el resultado esperado. Fue entonces cuando se tiró a la arena tratando de esquivar la silla de Pedro que, junto a algunas cucarachas, volaba por los aires.


«¡Uh, oh!»


Pedro volvió a matar una araña bajo la incandescencia de su lámpara de escritorio. Hacía dos años, cuando tenía dieciséis, que no atrapaba a una de esas arañitas inofensivas que se cuelan por las ventanas, la había encerrado en una copita plástica volteada y la había puesto bajo la luz. Muchas veces había verificado que estas lamparitas compradas en un pulguero de Massachusetts tenían una luminosidad intensa y voraz. Derretían hasta el plástico, le escribía a su maestra de inglés en el ICQ cuando ya no encontraba qué más decirle. Pedro recordaba esas noches de hace ocho años el día en que decidió buscar el récord de las conversaciones que tuvo con ella. López Nieves va a estar muy contento, se dijo cuando encontró las casi doscientas páginas de transcripciones que había impreso meses atrás.


Pedro lee las transcripciones de ICQ:


»CĤεłŸ«(10/1/99-11:14:23PM): hoy no pasaste por el salón… te extrañé, t pasa algo?

Mălądīnø(10/1/99-11:14:27PM): estaba cansado……y frustrado

»CĤεłŸ«(10/1/99-11:14:28PM): me hiciste falta

»CĤεłŸ«(10/1/99-11:14:28PM): de q??

Mălądīnø(10/1/99-11:14:31PM): es que bueno, tú en la escuela y uno ahí viéndote sin poder hacer nada…

»CĤεłŸ«(10/1/99, 11:14:31PM): hacer q???

Mălądīnø(10/1/99-11:14:35PM):pues estar junto a ti, bes……

……….

Mălądīnø(2/13/00-12:20:46AM): la pasaste bien?

»CĤεłŸ«(2/13/00-12:20:49AM): Sí. Gracias por todo. Hacia tiempo que no me pasaba algo asi…

Mălądīnø(2/13/00-12:20:53AM): Así cómo?

Mălądīnø(2/13/00-12:20:54AM): Tú sabes lo que siento por ti…

»CĤεłŸ«(2/13/00-12:20:59AM): Y por eso te doy las gracias… eres alguien especial.

Mălądīnø(2/13/00-12:21:03AM): sabes?, me haces feliz

……….

Mălądīnø(2/25/00-10:43:07PM): te quiero desnuda, cerca de mí, sentirte respirar y tenerte por detrás, mantenerme dentro y hacerte estallar conmigo, al mismo tiempo, al mismo instante

»CĤεłŸ«(2/25/00-10:43:13PM): Wow! Son palabras mayores…

»CĤεłŸ«(2/25/00-10:43:14PM): hay más de dónde vino eso?

Mălądīnø(2/25/00-10:43:22PM): Hay más, mucho más… cuándo será?… tú sólo dime y ahí llego… no puedo esperar… quiero conocer como es con una mujer mayor…

»CĤεłŸ«(2/25/00-10:45:14PM): …mi familia tiene una casa en Breñas…

……….

Mălądīnø (12/04/00-11:10:38PM):estás ahí? Pq no respondes?? jelouuuu!

Mălądīnø (12/04/00-11:13:48PM):hoy no te vi en el colegio, estás bien?, quiero saber… te llamé pero estaba ocupado, por eso intento por aquí…

Mălądīnø (12/04/00-11:13:59PM): fue algo que hice, dije?

»CĤεłŸ«(12/04/00-11:23:15PM): no, Pedro… es que estoy cansada del colegio… me quiero ir de allí

Mălądīnø (12/04/00-11:23:19PM): déjame ayudarte

……….


«¡A Bebo’s, aunque la bulla no nos deje hablar!»


¿Llamo o no llamo? ¿Qué le digo? Sí, hola, busqué su número en la universidad y pensé llamarle… No, así no. Buenas, doctor López Nieves, le habla Pedro Carmona Nazario, un seguidor suyo, y quiero invitarlo a Bebo’s para hablar de una novela...de mi novela.


Sé que en Bebo’s el ruido se refleja en los precios. Que hay una pantalla inmensa proyectando el bloque telenovelero de seis a diez, pero cualquier asopao es bueno. Y, ¡ah!, acabarlo todo con un morirsoñando o un frappé de papaya… Ya usted sabe por qué los gringos llegan hasta la calle Loíza, rico, barato y pintoresco. Tengo que llamarlo.


O mejor, qué tal abordarlo así: He leído todos sus libros y quiero, como usted, trocar la historia, bueno, mi historia. ¿Podríamos hablar sobre esto? Yo invito, por supuesto. Hay venganza, sexo entre estudiantes y maestras como está de moda en estos días y mire que todo esto pasó en 1999, 2000 y 2001. Con una protagonista bien educada, pero bueno, usted sabe, una mujer fatale, y, ah, sí, con un culo esférico y vello púbico bien arregladito en un landing strip. Pero qué dices, ¡¡qué dices!! Así te engancha y ya se te esfumó la oportunidad con el doctor. Pues sí, ella una maestra, veintiséis años, imagínela con esos pantalones de oficina bien apretados, con una blusita también pegadita, caminando por los pasillos de un colegio de varones. Sí, así mismo iba a la escuela. Ya ni se lo imagina. Lo siente. Véala besándose con sus estudiantes, y ahora no con algunos estudiantes sino con media escuela y no sólo besándose...exacto. Y nosotros, los más cercanos a ella ni por enterados. Creyendo todo lo que nos decía, rebelándonos contra las injusticias que la administración supuestamente siempre le hacía. Éramos algo preciado para ella; éramos su fan club incondicional.


Hay que ir preparado para enfrentar al doctor López Nieves. Bien documentado. Me tiene que contestar: ¿es posible hacer ficción de algo tan real y personal como esta historia? ¿Cambio nombres, los dejo igual? La suerte siempre ha estado de su lado porque usted escribe de gente muerta o inventada… De hecho, El corazón de Voltaire, me lo devoré tan pronto salió el mes pasado, estupendo. Pero yo, en cambio, voy a escribir sobre gente viva. Sepa que todavía recibo noticias de la maestra. Cada vez que alguien la ve la información siempre llega hasta mí. ¿Ve cómo la gente no ha olvidado lo que pasó hace ocho años?


Quiero tergiversar mi historia para salir de ella, matar a esta locura que me consume… Cuando me escuche el doctor me dirá que es demasiado obvio, que tengo que involucrarme en otras cosas, dejar esto a un lado. Pero ahí mismo le respondo que, por eso, usted es el único que me puede ayudar. Lo sé, me rechazará.


Todo lo que pretendo hacer, ¿es válido en la literatura? ¿No caeré en las mismas cosas de siempre? ¿O me mandará a Ciudad Seva? No, ahora sí que no lo vas a llamar, y olvídate de invitarlo a un morirsoñando o a una Coca-Cola, él sólo toma Pepsi sin cafeína.


«¿La venganza es felicidad?»


Breñas, Breñas, Breñas, repetía Pedro, tirado en la arena. Pedrito, ya para. ¿Lo hicimos o no lo hicimos? Hablamos con el director... ¿Acaso no era lo que querías hacer con la misi? Fue venganza, te lo dije siempre, Morrison volvía a hacer su punto. El Chino sólo abría la boca para tomar más cerveza.


Gordo, nunca más la volverán a contratar... Esto se ha regado por todos lados, ya hiciste lo que querías, ¿verdad Pedrito? ¿No te sientes feliz de haberla jodido? Nosotros somos los que estamos jodidos, Jefté, nosotros, Morrison no se cansaba de repetir. Gordo, si fuiste tú el que conseguiste las conversaciones de ICQ, tú fuiste el que entraste a su computadora.


No fue venganza; no, lo hicimos por nosotros. ¡No! ¡Fue por ti! ¡Cállate, Morrison! Lo hicimos para que no vuelva a ocurrir. Pedro pensó en levantarse pero prefirió quedarse acostado en la arena. Su silla estaba nuevamente cerrada: él no se quería sentar en lo que hasta hace poco había sido un nido de cucarachas.


Entonces, Pedrito, ¿por qué esa cara? ¿Por qué sigues ahí tomando y tomando (mira, ya casi nos has acabado las cervezas) y pensando en Breñas cuando Edison le metió mano? Eso es lo que le molesta, Jefté, por eso nos hizo hacer esto... ya sabía yo, Pedro, tenías envidia, estabas herido. No sabes de lo que hablas, además no fui yo quien jaqueó su máquina: fuiste tú, Gordo. ¡Ja!, ahora me dices gordo como el maricón de Jefté. Lo que pasa es que Jefté conoce a Breñas muy bien. ¿Y tú qué haces hablando, Chinito? ¿Qué dices? Miente, Pedrito, si no ves que él también se ha tomado par de cervezas.


El Chino se levantó de donde estaba tendido y se quitó la camisa. Las cinco de la tarde es buena hora para meterse al agua, ¿no me quieren acompañar? Pedro comenzó a sospechar no sólo de Jefté, sino del Chino también. ¿Acaso no descubrió así lo que ella hizo con su amigo de toda la vida, Edison, en Breñas? Sospechando, claro; por confidencias. Pedro se levantó finalmente: yo también me voy a meter. Vamos, Chino, hay que enterrar esto. Claro, Pe, ya hablamos, ya mandamos los e-mails, nos desquitamos. Pedrito, cuidado con lo que te vaya a decir este Chino. Ya, Gordo, ¿vamos también?


Y mientras los cuatro se acercaban al agua Pedro sólo pensaba en Breñas, Breñas, Breñas.


domingo, 27 de septiembre de 2009

Bonito atardecer

“Mi REINO es de papel

y todo lo que toco

se convierte en palabra.”

-El Rey de Gramercy Street


“Y encima el sol dejando

crecer inmensamente sus cabellos

sobre nuestras cabezas de alfiler.”

-De Vuelta de paseo


-Lorenzo Helguero, Poeta en Washington, D.C.



Este papel no estaba destinado a aguantar esta historia. Salió de algún árbol de los bosques canadienses y fue comprado por el gobierno federal estadounidense en su forma final como hoja crujiente y blanca. La Oficina General de Administración apropió parte de ese cargamento y al ser pedida por los jueces de este distrito territorial, la partida de papel fue finalmente entregada a las oficinas de la corte de distrito en el Viejo San Juan. Junto a sus demás hermanos papeles lo sacaron de su empaque una calurosa mañana de junio, arreciada por los polvos del Sáhara y cuando entró en las frías cámaras de las impresoras nunca se imaginó que en estas cortes se reciclaba.


Fue en la consecución de este afán que Raúl Helguero cobró conciencia de esta hoja cuando la tomó del cesto de reciclaje para usarla en alguna de sus tareas. Hacía unos días el papel había servido de portada a uno de los incontables documentos legales que imprimía. Estaba escasamente marcado y al reverso aún se vislumbraba la blancura virginal de un producto de calidad. Al contacto con los dedos de Raúl ninguno de los dos supo que meses después retratarían con palabras un atardecer de finales de septiembre.


Ese atardecer tampoco sabía que eventualmente cabría en estas páginas. Todo fue un impulso, un estruendo que dividió el tiempo en tres rebanadas de viento. Poca cosa para servir como excusa de un escrito que nadie se había propuesto a escribir. El papel, Raúl y el atardecer encadenados en una secuencia impredecible, en un elaborado nudo de partículas residuales de lo que fue, es y pudo haber sido.


1

Fue anunciarle en aquel momento que la luz de las seis de la tarde de los domingos era más placentera que cualquier otra. Como Raúl había estado todo el día leyendo y ella pintando, no habían preparado nada para comer. Pan y queso mozzarella, dijo ella. Mejor una ensalada, interpuso Raúl. La mirada de ella comenzó a rondar por los espacios superiores de la cocina y al final se encogió de hombros: la lechuga se terminó de podrir ayer. ¿No hay entonces? No y rió secamente.


Raúl no entendía cómo ella mantenía limpios sus pequeños dedos de los colores de las pinturas, mientras la tinta de los bolígrafos que usaba para resaltar los pasajes imprescindibles de sus lecturas le había transgredido las palmas de las manos y hasta la tela de su camisa. Pediremos chino y se encaminaron a la terraza. Fue allí donde hizo el comentario de las seis de la tarde. De la luz que sellaba estos domingos de entregas a domicilio y de esa irresistible soledad que engullía las calles de Miramar. A todo esto ella ya dormía en la hamaca.


2

Es hoy cuando este papel recibe el bonito atardecer a base de estos trazos. Los libros de leyes mutan por páginas amarillentas de viejas novelas redescubiertas y éstas por el fresco de colores que se recrea apesadumbradamente en el cielo. A los rayos del sol, claramente, no les hace falta papeles para escribir. Y para ver, ¿qué mejor que abrir la boca y tocar las cosas con el paladar?: así entran las esencias del fin del día, de esos nudos invisibles de gases que encienden el firmamento en llamas.


Raúl separa suavemente los labios, asoma la puntita de la lengua al aire y sin abrir los ojos sabe que esas horas tan espléndidas de las que hablaba y todavía habla se suceden demasiado rápido para viajar en el tiempo.


3

Pudo haber sido que el árbol que creció en el frío de Canadá nunca hubiese nacido ni que Raúl Helguero se hubiese decidido por las humanidades y en su lugar se hubiese estrellado contra la frialdad de los números. De este modo no habría podido darse cuenta de que el ocaso de los domingos tiene un sabor agridulce a flores y a un baño caliente con agua de azahar.


El atardecer también se hubiese dado en otro planeta, muy lejos de éste, con un sol cuyos rayos hicieran crecer voluntades y no sólo palabras.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Fragmento de algo de siempre escrito por allá


Martín me había convidado a unos mates en el primer mate-bar que veía en la ciudad. ¿Esto no es para turistas? Aquí venimos los estudiantes, ¿no ves? Justo al lado estaba la facultad de psicología de la UBA y frente a toda la cuadra se extendía, casi interminable, la Avenida Independencia que pasaba por una de las partes de Buenos Aires que más vieja y destartalada se mantenía.


Mentiría si no dijera que me acuerdo mal de las cosas que hablamos allí por varias horas. Tengo clarísimo, eso sí, el nombre del mate que tomábamos (Amanda), las chicas vestidas de vaqueras promocionando la marca, las dulces medias lunas y las universitarias --futuras psicoanalistas en esta ciudad nula de secretos-- que rondaban en el lugar con sus melenas inconformes. Martín abría la boca y me contaba. Sé que llegamos a mencionar el nombre de Ale, de cómo nos conocimos, de lo que habíamos viajado juntos. Luego, de nosotros, de por qué él había regresado a Buenos Aires y yo había vuelto a salir de San Juan. ¿Pensás volver? De eso también me acuerdo, cómo no hacerlo: tan gracioso cuando otros preguntan por lugares para ellos desconocidos y para uno tan habituales y propios. Me pregunta y mi respuesta ya es automática, como la incómoda mirada que a ratos le doy a las personas con quien hablo: directa a los ojos, como si tratara de robarles el alma o inquirir en sus pensamientos. Y así me vacié, con esa larga cara mía descomponiéndose aún más para decirle que me prestara atención, que aunque creyera que estaba en busca de amparo en Buenos Aires, no, no pensaba volver.

martes, 15 de septiembre de 2009

La Chiwinha en La tribu vía Encounters at the Counter


Los maravillosos amigos de La Chiwinha, Joel y Karla, me han privilegiado con una entrada en su blog Counter Encounters. La escribí hace casi un mes, cuando celebrábamos el primer aniversario de ese maravilloso templo a los buenos valores, a la amistad y a unos lassi salvajes.

Lo reproduzco aquí, haciendo la salvedad que el mismo fue escrito en una sentá' y más bien muestra mi fluir de consciencia en aquel instante en que Joel me dio la libreta de los Encuentros. No sé si haga algo de sentido (el título que le puso Joel, "reflexión, sexto sentido", quizás intentaba hacer eso) pero, a lo mejor, ese posible sin sentido es lo que lleva a esas palabras gravitar hacia ese final de mi escrito: el vivo latido que es esta pequeña grandiosa empresa. Muchas gracias a ambos.

SÁBADO 15 DE AGOSTO DE 2009

reflexión, el sexto sentido

15/ agosto/ 2009


No todo lo pasado fue mejor pero La Chiwinha recupera de mi ser los momentos más queridos que he vivido.

A veces es increíble la brisa que se puede sentir entrando al negocio y te olvidas que estás en la ciudad. Río Piedras reflorece gracias a este lugar y nosotros que lo visitamos también.

Yo suelo venir escapando, corriendo, fatigado por una realidad que hemos dejado que se convierta en opresiva, rápida, controlada.

Joel me ve pensativo y por eso me ofreció esta libreta. Y es cierto, pienso y luego siento más: es muy posible que pensar o relexionar sea ese sexto sentido del que tanto se habla. Siento y hablo - más bien escribo - sobre todo esto porque es lo más importante que el latido de La Chiwinha me lleva a sentir.

Muchos deseos de futuro y amor para ustedes,

Luis Ponce Ruiz

martes, 1 de septiembre de 2009

Noche de ayer

Supo que ya era tarde cuando, saliendo del auto, escuchó con una claridad de cristal el paso del tren que hace menos de veinte minutos lo había dejado en el centro de la ciudad. Las vías del tren no abrazaban las cercanías donde él vivía y por eso no estaba preparado para los sonidos que esa noche le traía: el suave deslizamiento --en verdad, el rumor eléctrico-- de los vagones por el entretejido urbano. O el seco golpe contra el asfalto del bulto que contenía los restos de su amor.

La tribu errante