lunes, 28 de junio de 2010

Luis Ponce Ruiz ahora también en La Acera.com

¡Atención! ¡Atención!

A continuación un importante anuncio de la gerencia de La tribu de los cafres, o sea, yo:

Ya está disponible en La Acera la primera parte de mi crónica sobre raza y sociedad en Washington, D.C. (capital del imperio, capital de contrastes a lo sudamericano y capital de mis andanzas universitarias). La segunda parte saldrá el 8 de julio de 2010.

La Acera es un n Blog Mag (blog magazine) que junta a talentosos escritores de Puerto Rico y Estados Unidos. Todos los días y a diferentes horas hay textos nuevos. Les invito a que incluyan La Acera en su lista de blogs favoritos y que también comenten y dejen sus impresiones en el mismo.

La Acera busca, ante todo, fomentar la libertad de expresión, la tolerancia y el intercambio libre, inteligente y respuetuoso de las ideas. Se discute de todo, desde la huelga universitaria, pasando por el comportamiento sexual de hombres y mujeres, pasando por literatura y política, hasta la misma Copa Mundial de la FIFA 2010.

Mi participación en La Acera será cada dos semanas y siempre incluirá material nuevo, nunca antes publicado en este blog o en cualquier otro medio.

Vamos, ¿qué esperas? Camina conmigo por La Acera hacia un nuevo mar de letras.

viernes, 25 de junio de 2010

Lluvias

Bayamón, Puerto Rico

Por acá la lluvia no deja de caer. Son días lúgubres, de una suave pero constante melancolía (así me pone la lluvia, sobre todo cuando es verano y el cielo permanece arropado en una tersa neblina, no como la de Lima, sino más bien de una tormenta perenne que se cierne sobre nosotros todos) y las noches, pues para qué contarte, frías y húmedas, pero con una luna caribeña (ésta jamás la verás allá) que, velada por las gruesas nubes, se ve maravillosa, a la expectativa e invitando a la intensidad. Todo un espectáculo.

Arequipa, Perú

"Mi lluvia viene tras un largo nublado. Antes solían decir mañana calurosa o sudorosa y tarde lluviosa, pero ya que los tiempos vienen cambiando no se cumple tanto la regla y en verano, que es cuando llueve acá en mayor porcentaje (porque a veces se loquea y, últimamente, muy de vez en cuando cae cuando quiere), suele ser todo el día caluroso y uno que otro todo nublado. En fin, se nubla, hace friíto (pero no tanto) y un viento típico comienza a correr y comienza a caer: el olor a tierra mojada lo inunda todo, y ya no sólo huele a tierra sino también a madera mojada; lo relaciono conmigo mirando la lluvia sentada, echada en la cama con la puerta del balcón abierta y cantando a más no poder, o parada sacando la cabeza por la ventana. Olor a madera por el marco de la puerta. La lluvia me huele a nostalgia, a sueños, a amor, a recuerdos. También la relaciono a ramas de árboles, de eucalipto sobre todo, muy muy altas que se juntan y se enredan, se funden pero aún así dejan pasar la lluvia; y la siento sobre mí, y el olor ya no es sólo de tierra mojada, esta vez es eucalipto, es hierba y polvo".

miércoles, 23 de junio de 2010

Ciudades

El Capitán de la Pluma de Ganso ha llegado a la capital federal, ha bajado del tren que lo trajo desde Nueva York y ha encontrado un lugar ideal para no solamente besarla, sino seducirla y decirle que ahora, finalmente, ambos habitan la Ciudad Presente y construyen la Ciudad Futuro.

16 de junio de 2007
Washington, D.C.

viernes, 18 de junio de 2010

"El título es ya la idea. Mantengo siempre el título original, aunque a veces suene forzado y no corresponda al texto."

El título de esta entrada es una cita de José Saramago y fue parte de la respuesta que le dio a Ángel Darío Carrero en la entrevista que le hiciera el año pasado y la que endi.com hoy publica nuevamente a raíz de la muerte del escritor. Me gustó esa contestación porque denota la manera casual con la que Saramago le entraba a la literatura y algunas veces los que pretendemos escribir nos ocurre lo mismo, vemos algo, escuchamos, recordamos y de repente nace un título que poco a poco va echando raíces o vuelo o -más certeramente- desangrándose en los frutos que son las palabras sobre el papel.

Yo no soy un estudioso de su obra y confieso que lo más que he leído de él han sido algunos de sus -¿cómo describirlos y pensarlos?- mágicos y posibles poemas, además de su blog El cuaderno de José Saramago. Dígase entonces que soy un principiante y novato Saramaguino y que a lo mejor no debería estar escribiendo nada sobre él, pero yo digo que no y lo más seguro Saramago, al que nunca conocí en persona, me de la razón y hasta me diga, con su aliento a nada, que ya ni lo lea, que mejor invierta el tiempo en otros grandes. Si este fuera el caso, muy respetuosamente le diría otro no y me leería su obra empezando con los libros que tengo en mi biblioteca además de su Poesía Completa: La balsa de piedra y Ensayo sobre la ceguera.

Ahora, discúlpenme por esta regresión, pero considero prudente detenerme y repasar la frase que utilicé en mi primer párrafo: "la muerte del escritor". Luego de leer varias de las esquelas que los medios han publicado, blogs de otros escritores y reimpresiones de entrevistas pasadas, la verdera razón por la que estoy escribiendo esto es por esa frase, por saber que una mente y verbo brillantes como el de Saramago hayan desaparecido y que solamente nos hayamos quedado con sus libros. No es poca cosa. Claramente, representan un volumen magistral de trabajo literario y por esto se dice que el escritor nunca muere, pero con alguien de la estatura de Saramago, no sé si esto sea cierto. El paso de la vida a la muerte de un ser humano es triste pero la vida continúa, la diferencia en este caso es que la vida continúa sin personas que se atrevan a ser como Saramago: en su manera tan desasosegada de decir verdades e irrumpir el intelecto con un temblor mental, de pensar alternativamente en un mundo mejor, de buscar en el amor la verdadera justicia y en la humildad el verdadero éxito.

No es trágico que un anciano de 87 años muera, es más, en una entrevista que ofreció a RFI hace un año, quizás un poco más, Saramago confiesa tranquilamente que se sabía cercano a la muerte; es más, lo sabía desde el 2000, cuando en esta útima década escribió casi una novela nueva por año, por lo que esto no debe sorprdender a nadie. La tragedia es que nos quedamos habitando un mundo con gente mucho más joven que Saramago, con mucho más dinero e influencia que él pero con una mentalidad tan opuesta y distante a la suya (tan renovada y desmitificadora). Refraseándolo, nos quedamos con los instruidos, pero no con los educados.

Ya hacia el final de la entrevista, Carrero le preguntó: "

¿Le consuela al menos que la obra literaria triunfe sobre sus creadores?" Y Saramago, tan Saramago repuso: "P

or un tiempo, como todo, pero la eternidad literaria tampoco existe".

Que descanse en la paz o en la bondad o en donde quiera que se encuentre ahora, José.

martes, 8 de junio de 2010

5 de junio a cinco años de creer en la invencibilidad

El fin de una historia presagia el inicio de otra. Luego de 9 días en Washington, D.C. el balance es el siguiente: en verano los turistas llegan y los artistas huyen hacia los alrededores de Virginia y Maryland. Llegué no tanto como turista (conozco a Washington hace años) pero sí con ganas de explorar sus nuevos restaurantes, las transformaciones en los barrios y, claramente, revisitar aquellos lugares que esconden las minas de mi melancolía abandonada en la extranjería.

En Puerto Rico -no hay de otra- el verano calienta con la compasión de un violador: el sudor es el ultraje más temible luego de salir de la ducha, luego de vestirse con ropa limpia, luego de saber que no puedes volver a bañarte porque vas a llegar tarde y no hay aire acondicionado que te salve. La única manera es saliendo nuevamente del país; es sitiendo lo que he sentido desde que aterrice ayer o quizás desde mucho antes.

El episodio más reciente fue el sábado 5 de junio luego del matrimonio de unos amigos de la universidad que nos graduamos hace cinco años. Me sumí en un leve espasmo meditativo. La música recién comenzaba y yo me senté solo en la mesa que me tocaba y me convertí en brújula para buscar el camino hacia el que me dirigiría. En un instrumento y nada más porque una cosa es conocer la dirección y otra muy diferente es tomar la decisión para seguirlo.

Me encuentro en ese punto en el que las decisiones trascendentales me importan un carajo. Y esto, ¿se deberá al miedo, a la resignación, a la imposibilidad de salir del maldito estado de estudiante eterno? Como algunas veces suele ocurrir, la respuesta es más fácil de lo que se piensa: una combinación de todas las alternativas.

Así que allí estaba sentado, con la etiqueta puesta y toda empapada de sudor (Virginia también estaba caluroso y nublad0) pensando en qué cosas son reales o no, si la brújula, las direcciones, el amor. Y claro, lo único real es el paso del tiempo, aunque en nuestra memoria a veces se convierta en una excusa o un espejismo o simplemente en un grito mudo, porque hasta lo que uno vivió se vuelve una contestación tan subjetiva que puede perder visos de realidad.

Perder. Una palabra interesante cuando todos a tu alrededor parecen que ganan. Yo perdería todo menos la falsa noción de creer en el amor, de caminar por los lugares por donde antes me besaba, de ver los ojos que hace seis, cinco años me miraban con deseo, de imaginar un viaje en el que cada pedazo del trayecto le haga el amor a un viejo romance distinto. Perder ahora para soñar después. No hay mejor victoria.

Y no hay mejor anhelo que volar lejos de aquí.

La tribu errante